No hay mejor nave que un libro...

Por desgracia había sido un día de aquellos en los que solo hay depresión, pero fue de los malos, porque no pude encontrar el motivo de mi depresión.
Y como ni siquiera las propuestas más hermosas que surgieron de mi mamá al verme así, como salir a pasear al aeropuerto que tanto amaba visitar , lograron sacarme una sonrisa o contagiarme un poco de positividad... decidí sentarme a leer un libro recién comprado de 500 paginas, con la música más lenta, hermosa y nueva que tenía en el celular. Decidí activar la teoría de Emily Dickinson que tanto adoraba: "NO HAY MEJOR NAVE QUE UN LIBRO PARA LLEVARTE LEJOS"
Era lo que más necesitaba en ese momento aunque la protagonista estuviera tan deprimida como yo. Por lo menos tenía un contexto de vida mucho más interesante que la mía: poder viajar en el tiempo.
Entonces me interné en el sillón de mi habitación para poder viajar lo más lejos posible tanto en tiempo como en lugar, y conocer a personas tan perfectos o inéditos que en mi "habitación" no podía conocer.
Decidí vivir una aventura.
Olvidarme de mi verdadera realidad y sumergirme en un mundo sub-realista y mítico.
El verdadero problema fue que una carga pesada me undió durante cuatro largas horas, sin dejarme respirar, del otro lado de las páginas... y así fue como mi viaje terminó y la cruda realidad me atacó nuevamente. Quedaban solo unas páginas y no quería separarme de Gwendolyn y Gideon. No quería regresar de Londres, ni del siglo XIX. Quería seguir teniendo aventuras con ellos. Pero por desgracia solo veinte líneas más y volvería. No significaba que jamás los volvería a ver, porque la gran ventaja de los libros es que pueden ser releídos, pero para aquel momento si significaba una lamentable separación. Y así lo fue. Me despedí de ellos en la última palabra de la última página, y mi viaje terminó.