miércoles, 21 de mayo de 2014

Corazónes rotos

La discusión fue corta pero densa. Duró lo que tarda en derramarse una gota de miel de una cuchara a rebalsar. Nunca nos habíamos lastimado tanto en los dos años que llavábamos juntos. Sí...llevábamos. Porque no me queda duda de que todo terminó ayer en la noche. Pudimos haber tenido pequeñísimas discusiones y larguísimas charlas de como recomponer lo destruido, pero, la pelea de anoche dejó de ser una discusión pequeña y ni siquiera llegó a tener una larga charla para arreglarlo. Anoche tuvimos nuestra primera y última pelea. 
El porqué aun lo desconozco. Pero no me cabe duda de que fue algo insignificante ya que en menos de un minuto ya estábamos recordándonos viejos problemas "supuestamente enterrados" y el verdadero porque sí había quedado en el olvido. 
Jamás nos había notado tan fuera de sí, tan...crueles.
La habitación era un enjambre de ojos llorosos, voces extremadamente agudas que se convertían en gritos, estallidos de cosas contra el piso, dolor en el corazón. No puedo determinar a quién de los dos le dolió más ya que por más que hoy me encuentre destruida y no pueda siquiera pensar, sé, por los años que llevamos juntos y la manera en que lo conozco, que él también esta sufriendo. 
La pelea terminó con el tan conocido "portazo de adiós". Aquel que nos dice que todo está acabado, o que hay muy pocas maneras de corregir lo errado. Aquel que me dejó sola, lastimada y asustada en nuestra casa. Aquel que indica que no hay marcha atrás a las horribles palabras y discursos que surgieron de nosotros. 
La casa quedó en silencio. Solo se podían escuchar las gotas de agua rompiendo contra el cristal de la ventana de la habitación. Ni siquiera mi llanto provocaba ruido alguno...las lágrimas solo caían y humedecían mi ropa. La cama quedó vacía y sin compañía. El aire que respiraba estaba dolido, al iguales que mi corazón que algún día juré sería solo para él. 
Ya no me quedaba nada.
¡Cuánta razón! / CORAZONES