Lo único que tenía era el rechazo. Él y mi cuerpo eran mis únicos amigos. Ni siquiera mi alma quiso quedare conmigo. Me había abandonado a lo largo de mi vida, luego de cada error cometido.
A mis únicos y verdaderos amigos los había traicionado y lastimado. A mi mascota la abandoné luego de descubrir que se merecía un dueño mejor. Pobre Dixy... tal vez me recordaba pero ahora le movería la cola a otro... a una buena persona. O por lo menos a un humano. Yo ya no era humano, era un animal. No. Tampoco. Son demasiado adorables.
Lo que era no tenía nombre. Me había convertido en un monstruo...una roca. Alguien sin un mísero sentimiento puro.
Ahora solo sentía dolor, odio, rechazo.
"Mi querido amigo, por favor no me abandones. Eres lo único que me queda. Y si lo haces por favor prepárame una tumba porque moriré de tristeza."
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